sábado, 23 de enero de 2010

Capítulo 11

Era sábado y Alex, después de haber rechazado lo de ir a la playa, fue a casa de Beth, como le había prometido el día anterior. Alex se había enamorado de su sonrisa y de su olor. No podía vivir sin Beth. Ya hasta pensaba si Beth iba a ser la chica con la que pasaría el resto de su vida, pero para ello primero tiene que saber su secreto, y eso no podía decírselo, lo tenía que descubrir ella por sí sola.
Cuando llegó a la casa de Beth, ella estaba de pie en su habitación, cruzada de brazos y enfadada.
- Hola Beth.
- Hola –dijo Beth con voz enfadada.
- ¿Qué te pasa?
- Nada.
- Entonces ¿por qué estás así?
- Por nada.
- Es por lo de ayer, ¿verdad?
- Puede.
- Mira, lo siento, pero es un secreto, y no te lo puedo decir.
- Yo creía que me contabas todo.
- Este conlleva un cargo muy gordo, mis amigos y yo correríamos un gran riesgo si te lo cuento.
- Si tan importante era, ¿por qué me dijiste al principio que me lo ibas a contar?
- Al principio no estaba hablando con la cabeza, no había pensado a que iba a llegar que te lo contara.
Beth se quedó callada, sin decir nada. Se puso a mirar al suelo, con una cara pensativa, no sabía si le estaba diciendo la verdad o la estaba mintiendo otra vez.
- Por favor, créeme, ahora si te estoy diciendo la verdad.
Beth siguió sin decir nada, pero esta vez le miró a la cara para ver si estaba diciendo la verdad.
- ¿Seguimos con los estudios?
- Claro, ya los tengo aquí preparados.
Beth se sentó en una silla que había delante de su escritorio, y Alex la siguió. Cada minuto que pasaba, Alex se iba enamorando más de Beth, hasta llegar a un punto de no poder apartarse de ella. Pero ya era muy tarde, se tenía que ir a su casa y dejarle un poco de espacio a Beth.
- Ya es hora de que me vaya, jej, mañana si quieres seguimos.
- Claro, mañana te esperaré.
- ¿Haces algo esta tarde?
- Emm….creo que no.
- Pues si quieres me paso por aquí y te enseño mi sitio favorito.
- Claro, ¿a qué hora vas a venir más o menos?
- Pues me paso sobre las diez.
- Claro, estaré lista.
- Adiós, nos veremos esta tarde.
- Adiós.
Beth acompañó a Alex hasta la puerta, y hasta que este no hubo cruzado la esquina de su calle, ella estuvo allí observándole.
Cuando hubo cruzado la esquina, Alex se transformó en lobo para llegar más rápido a reunirse con sus amigos, tenía que hablar con ellos.
Cuando llegó estaban Will, Peter, Max y Andy.
- ¿Dónde están Ben y Nessie?
- Ben esta reservando sitio para su restaurante favorito, va a llevar a Nessie allí esta noche, -dijo Max- y Nessie tenía mucha tarea que hacer, no va a aparecer en todo el día.
- ¿Por qué nos has llamado con tanta urgencia? –preguntó Andy
- Lo he estado pensando, y no puedo.
- ¿Qué no puedes? –preguntó Peter
- Decirle a Beth nuestro secreto.
- En eso, amigo mío, tienes razón, -Will, que hasta ahora había estado callado, empezó a hablar- ya has visto porque no tienes que decírselo, y yo estoy de acuerdo contigo, es mejor que no lo sepa, y que te mantengas alejado de ella.
- Eso sí que no –dijo gritando
- ¿Por qué no? No puedes seguir viéndola sin que sepa tu secreto, pronto lo descubrirá.
- ¿Y qué si lo descubre? Sería mejor para todos que lo descubriera ella a tener que decírselo nosotros.
- Bueno, yo solo te pido que se lo dejes lo más difícil posible descubrirlo. No te voy a obligar a hacer lo contrario a lo que te diga el corazón.
- Gracias, me voy, he quedado.
- Pero recuerda lo que te acabo de decir.
- Claro, lo tendré en cuenta.
- Mañana me gustaría que nos reuniéramos todos los lobos para hablar de este tema, nos encontraremos aquí sobre las diez de la mañana.
- Vale, aquí estaré.
Alex se fue corriendo a cambiarse, ya eran casi las diez, y tenía que ir a recoger a Beth. Se puso lo más elegante que encontró, aunque no la iba a llevar a un restaurante, le gustaba ir limpio y elegante. Se echó su colonia favorita y se subió a la mota para ir a por Beth.
Cuando llegó, la casa estaba oscura entera, no se veía nada. Bajó de la moto y llamó a la puerta, temía que Beth se hubiera ido, porque llegaba quince minutos tarde. Cuando vio una luz se puso muy nervioso, era la primera vez que quedaba con una chica, y no sabía bien que decir.
Beth abrió la puerta, estaba impresionante, con un vestido negro y el pelo le tenía ondulado, tenía unos zapatos negros de tacón. Alex se quedó sin palabras, era la persona más bella que había visto en años.
- ¿Nos vamos? –preguntó Beth al ver que Alex no decía nada.
- Claro, estás impresionante.
- Gracias, ¿Dónde vamos?
- Es una sorpresa, vamos, sube a la moto.
Alex llevó a Beth a un claro por donde se podían ver millones de estrellas, y la hierba estaba reciente.
- ¡Es….es…precioso!
- Como tú.
Beth se puso roja, no sabía que decir, así que se sentó en la hierba. Alex hizo lo mismo, se sentó al lado de Beth.
- Túmbate, así se verán mejor las estrellas –le dijo Alex, y al rato se tumbaron los dos.
Alex le cogió a Beth de la mano, mientras que miraba las estrellas.
Estuvieron dos horas mirando las estrellas y hablando de ellos, se les pasaron volando, pero tenían que volver a su casa, porque ya era muy tarde.
- Me ha encantado, ¿podemos repetir otro día?
- Claro, cuando tú quieras. Ahora vamos a la moto, que es muy tarde.
- Si, se me ha pasado volando, jej.
Subieron a la moto, y Alex la llevó a su casa.
- Mañana por la mañana vuelvo, adiós.
- Claro, te esperaré, adiós.
Alex arrancó la moto y desapareció con ella.

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