Ricky, Mike, Sam, Andry y Matías salían para ir al pueblo de Elisabeth. Era la una de la madrugada del sábado.
Se encontraron con Elisabeth por el bosque.
- Hola Elisabeth –la saludó Ricky con una sonrisa en su rostro.
- Hola niños, por fin llegasteis, creí que os habríais perdido.
- Nosotros nunca, somos muy buenos –después de decir esto Elisabeth se rió.
- ¿Dónde vamos a vivir? –dijo Andry.
- Pues en mi casa.
- ¿Y a qué esperas para enseñárnosla?
- Vale, seguirme, pero tened cuidado de que no os vea nadie.
- ¿Por qué? –preguntó Sam.
- Luego os lo explicaré cuando lleguemos a mi casa… seguirme.
Elisabeth salió corriendo dando un rodeo por el bosque, para que así los lobos no los olieran. Llegaron a un prado, muy apartado del pueblo. Allí había una casa grande de color blanco. La parte que daba al bosque oscuro era entera de cristal, y en la otra había ventanas pintadas de negro para que no pasase la luz.
Elisabeth los condujo al interior de la casa, y les enseño las habitaciones que iban a tener para hacer lo que quisieran. La habitación de Elisabeth era la más grande, y a diferencia de las demás, tenía la pared de color rosa claro, y el techo y el suelo eran de color blanco. En ninguna de las habitaciones tenia cama, pero si tenía un sofá enorme en medio, televisión de plasma y un equipo de música en cada una de ellas.
Elisabeth los dejó para que ordenaran las ropas y el armario, mientras se fue a dar una vuelta haber que planeaba Raven.
Fue a la casa de Raven y esta la recibió muy contenta.
- ¿Qué tal Elisabeth? ¿Ya han llegado los demás vampiros?
- Si, ahora mismo están en mi casa colocándose.
- Me los tienes que presentar, ya que se el secreto, no estaría mal, jejej.
- Claro, cuando quieras te pasas por mi casa y te los presento.
- ¿Qué vais a hacer con los lobos?
- Muy fácil, no se van a enterar.
- ¿Y eso como?
- No vamos a salir de mi casa, bueno… al menos ellos.
- ¿Y para cazar? –Elisabeth se quedó pensando.
- Pues si… si nos pillan tendremos que pelear, no hay otra solución.
- No les echaremos de menos –Raven empezó a reír.
- Si… claro… -Elisabeth se quedó mirando a Raven con cara pensativa, porque lo que esta no sabía era que Nessie también era loba…
- Me voy… tengo hambre y quiero comer antes de que salga el sol, ya me entiendes, jejej
- Claro, jejej, y ¿dónde vas a ir hoy?
- No lo tengo claro… me parece que voy a probar con el pueblo de al lado… los lobos están empezando a sospechar de mí.
- Bueno, vale, te dejo, adiós.
- Adiós Elisabeth.
Elisabeth se fue a su casa y estaban todos reunidos en la cocina, que la tenía de pega, la estaban esperando.
- Ya estamos en tu casa… explícate –dijo Sam.
- ¿Tiene que ser ahora?
- Luego será demasiado tarde.
- Bueno… pues que no somos bien recibidos aquí.
- ¿Por qué? ¿La gente sospecha?
- No… es peor.
- ¿El qué?
- Licántropos.
- ¿Licántropos?
- Si… aquí hay licántropos, si nos pillan nos pueden matar.
- ¿Cómo nos alimentaremos si no podemos salir de aquí?
- No lo se… nos alimentaremos de animales, y lo haremos sin que ellos se den cuenta, ellos no saben que estáis aquí.
- El domingo saldremos.
- Ya, pero iréis vosotros solos, yo buscare a los chuchos y los entretendré para que vosotros podáis cazar a gusto.
- Vale.
- Ir en cuanto salga el sol, por la mañana, a esa hora no suele haber mucha gente por el bosque.
- Claro, iremos a descansar a nuestras habitaciones… no saldremos hasta el domingo, así que el domingo nos avisas cuando tengamos que salir.
- Vale… hasta el domingo niños.
Cada uno se fue a su habitación y Elisabeth se quedó en la cocina pensando como entretener a los lobos el domingo, iba a necesitar la ayuda de su mejor amiga, Raven Evans.
jueves, 25 de marzo de 2010
lunes, 22 de marzo de 2010
Capítulo 18
Beth se despertó muy mal, le dolía la cabeza y la garganta. Por un momento no pensaba ir al instituto, pero al final si fue. La mañana se le pasó muy lenta, ya que no soportaba el resfriado, y cada vez estaba peor.
En el recreo se fue a la cafetería y se sentó ella sola en una mesa, necesitaba estar sola.
Mientras Beth hacia un esfuerzo por sentirse bien, Alex entraba por la puerta de la cafetería, y cuando la vio se acercó a ella.
- ¿Te encuentras bien?
- Si, más o menos –Beth no le miraba a los ojos, ya que no quería que se preocupase por ella.
- ¿Estás segura? Tienes mala cara, será mejor que te vayas a casa.
- Estoy bien, puedo aguantar.
Alex se sentó a su lado y le cogió la mano.
- ¿Por qué tienes la piel tan caliente? -Alez no la hizo caso y siguió hablando.
- Por favor, hazlo por mi –le miró con ojos tiernos para ver si así aceptaba.
- Solo faltan tres horas, aguantare.
- Bueno… -Alex se lo pensó mejor- pero a la salida te llevo en la moto a mi casa.
- ¿A tu casa?
- Se que estás enferma, y yo te voy a cuidar.
- Pero…
- Vendrás –no la dejó decir ninguna palabra más, y se fue de allí antes de que llegaran los otros lobos.
Después de que se fuera Alex, entraron Nessie y Ben por la puerta. Al ver Nessie a Beth, fue corriendo hacia ella.
- ¿Qué te pasa? ¿Cómo es que estás así?
- Es solo un resfriado, se me pasará.
- ¿Se te pasará? ¿Te has visto la cara?
- Estoy bien.
- No, no estas bien.
Ben llegó mas tarde y se colocó al lado de Nessie.
- Beth, te tienes que ir a tu casa.
- Solo quedan tres horas, no me va a pasar nada.
- Hazlo por tu bien.
Beth se quedó callada un minuto, y cuando se acordó que al día siguiente era el cumpleaños de Ben, subió la vista y le dirigió su mejor sonrisa.
- Por cierto, felicidades por adelantado Ben, mañana no te voy a poder ver.
- Gracias, ¿quién te lo ha dicho?
- Nessie
- Jejej, pues muchas gracias.
Después de felicitarle, no quería volver a la conversación de antes, por eso se fue corriendo a la clase, ya que faltaba poco para que empezase.
Las tres últimas horas de clase se le pasaron más lentas todavía. Hubo un momento en el que no sabía donde estaba. Beth creía que no iba a poder aguantar, porque cada vez tenía más fiebre.
Sonó el timbre de salida, y Beth no podía más, salió lo más deprisa que pudo y buscó a Alex.
Alex estaba en un rincón, apartado de todos sus amigos, al lado de la moto. Estaba esperando a Beth impacientemente.
Beth se acercó a él, pero ya no podía más, estaba muy débil, y en cuanto llegó donde estaba él, se desmayó.
Alex la cogió en brazos y se la llevó en la moto a su casa. Sus padres estaban visitando a su tía, así que la casa estaba sola ese día y el fin de semana.
Dejó a Beth encima de la cama, muy preocupado y fue a por un trapo con agua y se lo puso en la cabeza para la fiebre.
Beth no tardó mucho en despertar, y cuando abrió los ojos, lo primero que vio fue a Alex.
- ¿Qué hago aquí?
- Lo que te dije.
- ¿Qué… pasó?
- Te desmayaste, pero ya estás bien… tienes fiebre, por favor no te muevas. Voy a salir a por medicinas, quédate aquí.
- Vale.
Alex se fue, y Beth se quedó tumbada en la cama soportando el resfriado.
Mientras esperaba a Alex vio que se había dejado el móvil, y que Andy le había enviado un mensaje, en el que ponía: “Vamos a hacerle un regalo a Ben, te necesitamos, como tu casa está libre podemos pensarlo allí, nos vemos en la casa dentro de una hora, adiós”.
Beth se quedó pensando que hacer…
“¿Qué pensarían si la ven en la cama de Alex? ¿Y si Alex no llega a tiempo?”
Lo único que sabía que tenía que hacer era levantarse de la cama.
Se quitó el trapo y se levantó, pero solo tubo fuerzas para moverse al sofá.
Media hora después llega Alex, y se encuentra a Beth tumbada en el sofá.
- ¿Por qué te has movido?
- Lo siento… pero… recibiste un mensaje y…
- ¿Mensaje? –la interrumpió- ¿de quién?
- De Andy –Beth le dio el móvil.
Cogió el móvil y se puso a leerlo.
- Mierda
- ¿Qué pasa?
- No pueden venir… ¿por qué hoy?
- ¿Por qué?
- Por nada.
- ¿Es por mí? Si quieres me voy.
- ¡No! Tú de aquí no te mueves. Voy a decirle que no, otro día.
Alex salió de la casa y llamó a Andy.
- ¿Qué pasa Alex? –dijo Andy.
- No puedo… tengo que cuidar de mi abuela, que está en mi casa, pídele disculpas a Ben.
- Pero tío, es su cumple.
- Lo se… pero no puedo, esto es muy importante.
- Bueno… adiós.
- Adiós.
Alex entró en la casa, y Beth seguía igual que antes.
- ¿Estás mejor?
- No se… yo creo que me ha bajado la fiebre.
- He comprado unas medicinas que te van a sentir muy bien. Y me e pasado por el videoclub a alquilar algunas pelis.
- Tengo que llamar a mi madre.
- Claro, el teléfono… ahora te lo doy.
Llegó Alex con el teléfono y se lo dio a Beth.
Mientras que Alex iba a por la medicina para dársela, Beth llamó a su casa.
- ¿Si? –dijo su madre.
- Mama, me voy a quedar en casa de una amiga a dormir este fin de semana.
- Emm… vale, pero el lunes te vienes a casa, ¿no?
- Claro, adiós mama, te quiero.
- Adiós hija, yo también.
Beth colgó el teléfono justo cuando ya llegaba Alex con la medicina.
- Tómatela, no soporto verte así de mal, me parte el alma.
- ¿Qué medicina es?
- Una que llevamos tomando en mi familia mucho tiempo, es muy buena.
Beth se tomó la medicina y Alex fue a poner una película. La película era romántica, no paraban de echarse miradas Beth y Alex mientras duraba la película.
En el final de la película, la parte más romántica, Alex se acercó a la cara de Beth. La miró a los ojos mientras le acariciaba la cara.
- No te muevas –le dijo Alex, sonrió, y se acercó más a su cara.
Empezó a besarla lentamente, y muy dulcemente. El beso duró más de un minuto, y al separarse, dulcemente de su rostro, le sonrió y dijo:
- Beth, te amo, no quiero estar lejos de ti, quiero tenerte junto a mí.
- Yo también te amo, y me encantaría estar contigo hasta el fin de mi vida.
- Pero me gustaría pedirte una cosa.
- Lo que quieras.
- Mantengamos esto en secreto, eres mi vida, pero no puede saber esto nadie.
- Entonces… quedemos en secreto.
Beth sonrió a Alex, y este le besó igual que antes.
Vieron otra peli y ya se les hizo de noche. Beth ya se encontraba mejor, la medicina que le había dado Alex le había hecho bien.
- Al final si funciona la medicina.
- Pues claro, ¿a caso dudabas de mí?
- No mi vida –sonrió.
- ¿No tienes sueño?
- Bueno… si, un poco.
- Duerme en mi cama.
- ¿Y tú?
- Yo dormiré en el sofá.
- Vas a estar incómodo.
- Me da igual con tal de que tú estés bien.
Beth se fue a la habitación de Alex y se acostó mientras Alex se quedaba en el sofá durmiendo.
En el recreo se fue a la cafetería y se sentó ella sola en una mesa, necesitaba estar sola.
Mientras Beth hacia un esfuerzo por sentirse bien, Alex entraba por la puerta de la cafetería, y cuando la vio se acercó a ella.
- ¿Te encuentras bien?
- Si, más o menos –Beth no le miraba a los ojos, ya que no quería que se preocupase por ella.
- ¿Estás segura? Tienes mala cara, será mejor que te vayas a casa.
- Estoy bien, puedo aguantar.
Alex se sentó a su lado y le cogió la mano.
- ¿Por qué tienes la piel tan caliente? -Alez no la hizo caso y siguió hablando.
- Por favor, hazlo por mi –le miró con ojos tiernos para ver si así aceptaba.
- Solo faltan tres horas, aguantare.
- Bueno… -Alex se lo pensó mejor- pero a la salida te llevo en la moto a mi casa.
- ¿A tu casa?
- Se que estás enferma, y yo te voy a cuidar.
- Pero…
- Vendrás –no la dejó decir ninguna palabra más, y se fue de allí antes de que llegaran los otros lobos.
Después de que se fuera Alex, entraron Nessie y Ben por la puerta. Al ver Nessie a Beth, fue corriendo hacia ella.
- ¿Qué te pasa? ¿Cómo es que estás así?
- Es solo un resfriado, se me pasará.
- ¿Se te pasará? ¿Te has visto la cara?
- Estoy bien.
- No, no estas bien.
Ben llegó mas tarde y se colocó al lado de Nessie.
- Beth, te tienes que ir a tu casa.
- Solo quedan tres horas, no me va a pasar nada.
- Hazlo por tu bien.
Beth se quedó callada un minuto, y cuando se acordó que al día siguiente era el cumpleaños de Ben, subió la vista y le dirigió su mejor sonrisa.
- Por cierto, felicidades por adelantado Ben, mañana no te voy a poder ver.
- Gracias, ¿quién te lo ha dicho?
- Nessie
- Jejej, pues muchas gracias.
Después de felicitarle, no quería volver a la conversación de antes, por eso se fue corriendo a la clase, ya que faltaba poco para que empezase.
Las tres últimas horas de clase se le pasaron más lentas todavía. Hubo un momento en el que no sabía donde estaba. Beth creía que no iba a poder aguantar, porque cada vez tenía más fiebre.
Sonó el timbre de salida, y Beth no podía más, salió lo más deprisa que pudo y buscó a Alex.
Alex estaba en un rincón, apartado de todos sus amigos, al lado de la moto. Estaba esperando a Beth impacientemente.
Beth se acercó a él, pero ya no podía más, estaba muy débil, y en cuanto llegó donde estaba él, se desmayó.
Alex la cogió en brazos y se la llevó en la moto a su casa. Sus padres estaban visitando a su tía, así que la casa estaba sola ese día y el fin de semana.
Dejó a Beth encima de la cama, muy preocupado y fue a por un trapo con agua y se lo puso en la cabeza para la fiebre.
Beth no tardó mucho en despertar, y cuando abrió los ojos, lo primero que vio fue a Alex.
- ¿Qué hago aquí?
- Lo que te dije.
- ¿Qué… pasó?
- Te desmayaste, pero ya estás bien… tienes fiebre, por favor no te muevas. Voy a salir a por medicinas, quédate aquí.
- Vale.
Alex se fue, y Beth se quedó tumbada en la cama soportando el resfriado.
Mientras esperaba a Alex vio que se había dejado el móvil, y que Andy le había enviado un mensaje, en el que ponía: “Vamos a hacerle un regalo a Ben, te necesitamos, como tu casa está libre podemos pensarlo allí, nos vemos en la casa dentro de una hora, adiós”.
Beth se quedó pensando que hacer…
“¿Qué pensarían si la ven en la cama de Alex? ¿Y si Alex no llega a tiempo?”
Lo único que sabía que tenía que hacer era levantarse de la cama.
Se quitó el trapo y se levantó, pero solo tubo fuerzas para moverse al sofá.
Media hora después llega Alex, y se encuentra a Beth tumbada en el sofá.
- ¿Por qué te has movido?
- Lo siento… pero… recibiste un mensaje y…
- ¿Mensaje? –la interrumpió- ¿de quién?
- De Andy –Beth le dio el móvil.
Cogió el móvil y se puso a leerlo.
- Mierda
- ¿Qué pasa?
- No pueden venir… ¿por qué hoy?
- ¿Por qué?
- Por nada.
- ¿Es por mí? Si quieres me voy.
- ¡No! Tú de aquí no te mueves. Voy a decirle que no, otro día.
Alex salió de la casa y llamó a Andy.
- ¿Qué pasa Alex? –dijo Andy.
- No puedo… tengo que cuidar de mi abuela, que está en mi casa, pídele disculpas a Ben.
- Pero tío, es su cumple.
- Lo se… pero no puedo, esto es muy importante.
- Bueno… adiós.
- Adiós.
Alex entró en la casa, y Beth seguía igual que antes.
- ¿Estás mejor?
- No se… yo creo que me ha bajado la fiebre.
- He comprado unas medicinas que te van a sentir muy bien. Y me e pasado por el videoclub a alquilar algunas pelis.
- Tengo que llamar a mi madre.
- Claro, el teléfono… ahora te lo doy.
Llegó Alex con el teléfono y se lo dio a Beth.
Mientras que Alex iba a por la medicina para dársela, Beth llamó a su casa.
- ¿Si? –dijo su madre.
- Mama, me voy a quedar en casa de una amiga a dormir este fin de semana.
- Emm… vale, pero el lunes te vienes a casa, ¿no?
- Claro, adiós mama, te quiero.
- Adiós hija, yo también.
Beth colgó el teléfono justo cuando ya llegaba Alex con la medicina.
- Tómatela, no soporto verte así de mal, me parte el alma.
- ¿Qué medicina es?
- Una que llevamos tomando en mi familia mucho tiempo, es muy buena.
Beth se tomó la medicina y Alex fue a poner una película. La película era romántica, no paraban de echarse miradas Beth y Alex mientras duraba la película.
En el final de la película, la parte más romántica, Alex se acercó a la cara de Beth. La miró a los ojos mientras le acariciaba la cara.
- No te muevas –le dijo Alex, sonrió, y se acercó más a su cara.
Empezó a besarla lentamente, y muy dulcemente. El beso duró más de un minuto, y al separarse, dulcemente de su rostro, le sonrió y dijo:
- Beth, te amo, no quiero estar lejos de ti, quiero tenerte junto a mí.
- Yo también te amo, y me encantaría estar contigo hasta el fin de mi vida.
- Pero me gustaría pedirte una cosa.
- Lo que quieras.
- Mantengamos esto en secreto, eres mi vida, pero no puede saber esto nadie.
- Entonces… quedemos en secreto.
Beth sonrió a Alex, y este le besó igual que antes.
Vieron otra peli y ya se les hizo de noche. Beth ya se encontraba mejor, la medicina que le había dado Alex le había hecho bien.
- Al final si funciona la medicina.
- Pues claro, ¿a caso dudabas de mí?
- No mi vida –sonrió.
- ¿No tienes sueño?
- Bueno… si, un poco.
- Duerme en mi cama.
- ¿Y tú?
- Yo dormiré en el sofá.
- Vas a estar incómodo.
- Me da igual con tal de que tú estés bien.
Beth se fue a la habitación de Alex y se acostó mientras Alex se quedaba en el sofá durmiendo.
domingo, 14 de marzo de 2010
Capítulo 17
- ¿Tenéis que hacer algo esta tarde?-Preguntó Jessy a la salida del instituto- Había pensado en que podíamos ir al parque.
- Yo ya he quedado con Ben –explicó Nessie.
- ¿y mañana?
- Mañana menos, es su cumpleaños.
- Felicítale de mi parte- dijo Beth.
- Vale.
- ¡Hey Nessie! -oyó su voz y luego la bocina de la moto. Suspiró.
Nessie se giró y le indicó con la mano a Ben que enseguida iba.
- Me voy, ¡adiós!
Nessie corrió, él la cogió en brazos dándole una vuelta. Nessie le dio un beso en la mejilla.
- A sí que no vas a ir al parque con tus amigos por estar conmigo- dijo un tono dulce en su voz mientras dejaba a Nessie en el suelo y agarraba por la cintura, acercándola a él.
- Eso parece, ¿o es que no quieres?- preguntó Nessie haciendo pucheros.
Ben suspiró y esbozó una gran sonrisa.
- Ya sabes que si por mi fuera te tendría conmigo a todas horas.- Y se inclinó para besarla- ¿te apetece un oso pardo para comer?
- Estupendo.
- Tengo una idea -dijo Ben apoyándose en un árbol.
- Sorpréndeme -le retó Nessie mientras se acercaba a él.
- A ver quién es el primero en cazar un oso.
- Bah, chupado, la última vez te gane.
- Ya. Pero para darle más diversión… el que pierda será el “esclavo” del otro durante un día.
- Interesante -Nessie se acercó lentamente a Ben, acercando sus labios a los de él, y justo cuando el cedió ella se apartó rápidamente, y empezó a correr. Ben se quedó desconcertado durante unos segundos.
- ¡Eh! ¡Eso ha sido a sido trampa, lo has hecho para despistarme!
- ¿Es que no sabes que en el amor y en la guerra todo se vale?- y a continuación se transformó y empezó a correr.
Ella incitó más a Ben, que inmediatamente también se transformó y empezó a buscar.
De vez en cuando Ben miraba a su alrededor para ver si su novia había conseguido su objetivo, al igual que ella.
De repente Ben notó que algo se movía entre la maleza, al principio pensó que era Nessie, pero empezó a olfatear y se encontró con el olor de un oso pardo.
Se agazapó y empezó a caminar, muy despacio hasta su presa. En un movimiento asombroso cayó sobre el gran oso,
Clavando sus afilados colmillos en el cuello del animal hasta que lo dejó sin vida.
Ben volvió a su forma humana para poder hablar. Carraspeó para llamar la atención de Nessie.
- De poco te va a servir seguir buscando.
- Ya me he dado cuenta –dijo Nessie que se encontraba detrás de Ben.
- ¿Cuándo has vuelto a tu forma humana?- preguntó Ben desconcertado.
- Hace unos segundos, deberías aprender a cazar sin ensuciarte tanto.-dijo señalando la camiseta blanca de Ben, manchada de tierra y grasa.
- Eh, que conste que la grasa es de la moto, además, solo es tierra.
Nessie echó una ojeada a la camiseta ajustada de Ben, que marcaba todos sus músculos.
- Bueno… ¿me toca ser tu esclava no?
- Si ¿Qué día quieres serlo? –le preguntó Ben agarrándola por la cintura.
- Mañana- dijo Nessie sin dudar
- Mmm...… vale, espera, ¡mañana es mi cumpleaños!
- Lo sé, quiero ser tu “esclava” el día de tu cumpleaños.
Nessie agarró a Ben de la camiseta, lo atrajo hasta ella y lo besó.
Ben empujó a Nessie contra un árbol, deslizó una de sus manos por la espalda de Nessie, mientras que la otra acariciaba su pierna. Los labios de Nessie bajaron hasta el cuello de Ben y enredó sus brazos a la cintura de éste.
- Te amo -susurró Ben.
El resto de la tarde pasó rápido, estuvieron viendo películas, aunque la mayor parte del tiempo no hicieron caso a las películas.
- Me tengo que ir a mi casa, ya ha anochecido.
- Anda, quédate a dormir -le suplicó Ben.
Nessie miró el reloj que llevaba puesto en la muñeca.
- Son más de las doce, eso significa que ya estamos en el día de tu cumpleaños. Y quedamos en que sería tu esclava ese día.
- ¿entonces te quedas?
- Lo que mi amo me ordene -dijo esbozando una gran sonrisa y acurrucándose al lado de Ben.
- Pues tu amo te ordena que te quedes con el esta noche, ya sabes, no le gusta dormir solo -acarició el rostro de Nessie y presionó sus labios junto a los de ella.
- Yo ya he quedado con Ben –explicó Nessie.
- ¿y mañana?
- Mañana menos, es su cumpleaños.
- Felicítale de mi parte- dijo Beth.
- Vale.
- ¡Hey Nessie! -oyó su voz y luego la bocina de la moto. Suspiró.
Nessie se giró y le indicó con la mano a Ben que enseguida iba.
- Me voy, ¡adiós!
Nessie corrió, él la cogió en brazos dándole una vuelta. Nessie le dio un beso en la mejilla.
- A sí que no vas a ir al parque con tus amigos por estar conmigo- dijo un tono dulce en su voz mientras dejaba a Nessie en el suelo y agarraba por la cintura, acercándola a él.
- Eso parece, ¿o es que no quieres?- preguntó Nessie haciendo pucheros.
Ben suspiró y esbozó una gran sonrisa.
- Ya sabes que si por mi fuera te tendría conmigo a todas horas.- Y se inclinó para besarla- ¿te apetece un oso pardo para comer?
- Estupendo.
- Tengo una idea -dijo Ben apoyándose en un árbol.
- Sorpréndeme -le retó Nessie mientras se acercaba a él.
- A ver quién es el primero en cazar un oso.
- Bah, chupado, la última vez te gane.
- Ya. Pero para darle más diversión… el que pierda será el “esclavo” del otro durante un día.
- Interesante -Nessie se acercó lentamente a Ben, acercando sus labios a los de él, y justo cuando el cedió ella se apartó rápidamente, y empezó a correr. Ben se quedó desconcertado durante unos segundos.
- ¡Eh! ¡Eso ha sido a sido trampa, lo has hecho para despistarme!
- ¿Es que no sabes que en el amor y en la guerra todo se vale?- y a continuación se transformó y empezó a correr.
Ella incitó más a Ben, que inmediatamente también se transformó y empezó a buscar.
De vez en cuando Ben miraba a su alrededor para ver si su novia había conseguido su objetivo, al igual que ella.
De repente Ben notó que algo se movía entre la maleza, al principio pensó que era Nessie, pero empezó a olfatear y se encontró con el olor de un oso pardo.
Se agazapó y empezó a caminar, muy despacio hasta su presa. En un movimiento asombroso cayó sobre el gran oso,
Clavando sus afilados colmillos en el cuello del animal hasta que lo dejó sin vida.
Ben volvió a su forma humana para poder hablar. Carraspeó para llamar la atención de Nessie.
- De poco te va a servir seguir buscando.
- Ya me he dado cuenta –dijo Nessie que se encontraba detrás de Ben.
- ¿Cuándo has vuelto a tu forma humana?- preguntó Ben desconcertado.
- Hace unos segundos, deberías aprender a cazar sin ensuciarte tanto.-dijo señalando la camiseta blanca de Ben, manchada de tierra y grasa.
- Eh, que conste que la grasa es de la moto, además, solo es tierra.
Nessie echó una ojeada a la camiseta ajustada de Ben, que marcaba todos sus músculos.
- Bueno… ¿me toca ser tu esclava no?
- Si ¿Qué día quieres serlo? –le preguntó Ben agarrándola por la cintura.
- Mañana- dijo Nessie sin dudar
- Mmm...… vale, espera, ¡mañana es mi cumpleaños!
- Lo sé, quiero ser tu “esclava” el día de tu cumpleaños.
Nessie agarró a Ben de la camiseta, lo atrajo hasta ella y lo besó.
Ben empujó a Nessie contra un árbol, deslizó una de sus manos por la espalda de Nessie, mientras que la otra acariciaba su pierna. Los labios de Nessie bajaron hasta el cuello de Ben y enredó sus brazos a la cintura de éste.
- Te amo -susurró Ben.
El resto de la tarde pasó rápido, estuvieron viendo películas, aunque la mayor parte del tiempo no hicieron caso a las películas.
- Me tengo que ir a mi casa, ya ha anochecido.
- Anda, quédate a dormir -le suplicó Ben.
Nessie miró el reloj que llevaba puesto en la muñeca.
- Son más de las doce, eso significa que ya estamos en el día de tu cumpleaños. Y quedamos en que sería tu esclava ese día.
- ¿entonces te quedas?
- Lo que mi amo me ordene -dijo esbozando una gran sonrisa y acurrucándose al lado de Ben.
- Pues tu amo te ordena que te quedes con el esta noche, ya sabes, no le gusta dormir solo -acarició el rostro de Nessie y presionó sus labios junto a los de ella.
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