lunes, 22 de marzo de 2010

Capítulo 18

Beth se despertó muy mal, le dolía la cabeza y la garganta. Por un momento no pensaba ir al instituto, pero al final si fue. La mañana se le pasó muy lenta, ya que no soportaba el resfriado, y cada vez estaba peor.
En el recreo se fue a la cafetería y se sentó ella sola en una mesa, necesitaba estar sola.
Mientras Beth hacia un esfuerzo por sentirse bien, Alex entraba por la puerta de la cafetería, y cuando la vio se acercó a ella.
- ¿Te encuentras bien?
- Si, más o menos –Beth no le miraba a los ojos, ya que no quería que se preocupase por ella.
- ¿Estás segura? Tienes mala cara, será mejor que te vayas a casa.
- Estoy bien, puedo aguantar.
Alex se sentó a su lado y le cogió la mano.
- ¿Por qué tienes la piel tan caliente? -Alez no la hizo caso y siguió hablando.
- Por favor, hazlo por mi –le miró con ojos tiernos para ver si así aceptaba.
- Solo faltan tres horas, aguantare.
- Bueno… -Alex se lo pensó mejor- pero a la salida te llevo en la moto a mi casa.
- ¿A tu casa?
- Se que estás enferma, y yo te voy a cuidar.
- Pero…
- Vendrás –no la dejó decir ninguna palabra más, y se fue de allí antes de que llegaran los otros lobos.
Después de que se fuera Alex, entraron Nessie y Ben por la puerta. Al ver Nessie a Beth, fue corriendo hacia ella.
- ¿Qué te pasa? ¿Cómo es que estás así?
- Es solo un resfriado, se me pasará.
- ¿Se te pasará? ¿Te has visto la cara?
- Estoy bien.
- No, no estas bien.
Ben llegó mas tarde y se colocó al lado de Nessie.
- Beth, te tienes que ir a tu casa.
- Solo quedan tres horas, no me va a pasar nada.
- Hazlo por tu bien.
Beth se quedó callada un minuto, y cuando se acordó que al día siguiente era el cumpleaños de Ben, subió la vista y le dirigió su mejor sonrisa.
- Por cierto, felicidades por adelantado Ben, mañana no te voy a poder ver.
- Gracias, ¿quién te lo ha dicho?
- Nessie
- Jejej, pues muchas gracias.
Después de felicitarle, no quería volver a la conversación de antes, por eso se fue corriendo a la clase, ya que faltaba poco para que empezase.
Las tres últimas horas de clase se le pasaron más lentas todavía. Hubo un momento en el que no sabía donde estaba. Beth creía que no iba a poder aguantar, porque cada vez tenía más fiebre.
Sonó el timbre de salida, y Beth no podía más, salió lo más deprisa que pudo y buscó a Alex.
Alex estaba en un rincón, apartado de todos sus amigos, al lado de la moto. Estaba esperando a Beth impacientemente.
Beth se acercó a él, pero ya no podía más, estaba muy débil, y en cuanto llegó donde estaba él, se desmayó.
Alex la cogió en brazos y se la llevó en la moto a su casa. Sus padres estaban visitando a su tía, así que la casa estaba sola ese día y el fin de semana.
Dejó a Beth encima de la cama, muy preocupado y fue a por un trapo con agua y se lo puso en la cabeza para la fiebre.
Beth no tardó mucho en despertar, y cuando abrió los ojos, lo primero que vio fue a Alex.
- ¿Qué hago aquí?
- Lo que te dije.
- ¿Qué… pasó?
- Te desmayaste, pero ya estás bien… tienes fiebre, por favor no te muevas. Voy a salir a por medicinas, quédate aquí.
- Vale.
Alex se fue, y Beth se quedó tumbada en la cama soportando el resfriado.
Mientras esperaba a Alex vio que se había dejado el móvil, y que Andy le había enviado un mensaje, en el que ponía: “Vamos a hacerle un regalo a Ben, te necesitamos, como tu casa está libre podemos pensarlo allí, nos vemos en la casa dentro de una hora, adiós”.
Beth se quedó pensando que hacer…
“¿Qué pensarían si la ven en la cama de Alex? ¿Y si Alex no llega a tiempo?”
Lo único que sabía que tenía que hacer era levantarse de la cama.
Se quitó el trapo y se levantó, pero solo tubo fuerzas para moverse al sofá.
Media hora después llega Alex, y se encuentra a Beth tumbada en el sofá.
- ¿Por qué te has movido?
- Lo siento… pero… recibiste un mensaje y…
- ¿Mensaje? –la interrumpió- ¿de quién?
- De Andy –Beth le dio el móvil.
Cogió el móvil y se puso a leerlo.
- Mierda
- ¿Qué pasa?
- No pueden venir… ¿por qué hoy?
- ¿Por qué?
- Por nada.
- ¿Es por mí? Si quieres me voy.
- ¡No! Tú de aquí no te mueves. Voy a decirle que no, otro día.
Alex salió de la casa y llamó a Andy.
- ¿Qué pasa Alex? –dijo Andy.
- No puedo… tengo que cuidar de mi abuela, que está en mi casa, pídele disculpas a Ben.
- Pero tío, es su cumple.
- Lo se… pero no puedo, esto es muy importante.
- Bueno… adiós.
- Adiós.
Alex entró en la casa, y Beth seguía igual que antes.
- ¿Estás mejor?
- No se… yo creo que me ha bajado la fiebre.
- He comprado unas medicinas que te van a sentir muy bien. Y me e pasado por el videoclub a alquilar algunas pelis.
- Tengo que llamar a mi madre.
- Claro, el teléfono… ahora te lo doy.
Llegó Alex con el teléfono y se lo dio a Beth.
Mientras que Alex iba a por la medicina para dársela, Beth llamó a su casa.
- ¿Si? –dijo su madre.
- Mama, me voy a quedar en casa de una amiga a dormir este fin de semana.
- Emm… vale, pero el lunes te vienes a casa, ¿no?
- Claro, adiós mama, te quiero.
- Adiós hija, yo también.
Beth colgó el teléfono justo cuando ya llegaba Alex con la medicina.
- Tómatela, no soporto verte así de mal, me parte el alma.
- ¿Qué medicina es?
- Una que llevamos tomando en mi familia mucho tiempo, es muy buena.
Beth se tomó la medicina y Alex fue a poner una película. La película era romántica, no paraban de echarse miradas Beth y Alex mientras duraba la película.
En el final de la película, la parte más romántica, Alex se acercó a la cara de Beth. La miró a los ojos mientras le acariciaba la cara.
- No te muevas –le dijo Alex, sonrió, y se acercó más a su cara.
Empezó a besarla lentamente, y muy dulcemente. El beso duró más de un minuto, y al separarse, dulcemente de su rostro, le sonrió y dijo:
- Beth, te amo, no quiero estar lejos de ti, quiero tenerte junto a mí.
- Yo también te amo, y me encantaría estar contigo hasta el fin de mi vida.
- Pero me gustaría pedirte una cosa.
- Lo que quieras.
- Mantengamos esto en secreto, eres mi vida, pero no puede saber esto nadie.
- Entonces… quedemos en secreto.
Beth sonrió a Alex, y este le besó igual que antes.
Vieron otra peli y ya se les hizo de noche. Beth ya se encontraba mejor, la medicina que le había dado Alex le había hecho bien.
- Al final si funciona la medicina.
- Pues claro, ¿a caso dudabas de mí?
- No mi vida –sonrió.
- ¿No tienes sueño?
- Bueno… si, un poco.
- Duerme en mi cama.
- ¿Y tú?
- Yo dormiré en el sofá.
- Vas a estar incómodo.
- Me da igual con tal de que tú estés bien.
Beth se fue a la habitación de Alex y se acostó mientras Alex se quedaba en el sofá durmiendo.

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